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Carta de Domingo
El legado silencioso de un padre
Queridos amigos Rotarios,
Este domingo deseo hablarles desde un lugar profundo, donde se cruzan el servicio, la familia y el alma: el papel de los padres, no solo en nuestras vidas personales, sino en la vida de las comunidades donde servimos.
A lo largo de mis años como rotario, he tenido la oportunidad de visitar múltiples orfanatos. Siempre salgo con el corazón lleno y, a la vez, estremecido. Recuerdo particularmente una visita a un albergue infantil donde, apenas pusimos un pie en el salón, los niños corrieron a abrazarnos. No pedían dulces ni regalos. Solo querían un abrazo. Solo querían que alguien los viera, les sonriera, los escuchara. Ese día entendí, con claridad desgarradora, la ausencia de una figura paterna. No era solo la falta de un proveedor. Era la falta de un referente, de un aplauso, de una mirada que dice: “Estoy orgulloso de ti”.
Muchos de nosotros somos rotarios porque alguien sembró en nosotros ese ejemplo. En muchos casos, fue nuestro padre quien nos mostró cómo se sirve sin esperar nada a cambio, cómo se cumple la palabra, cómo se apoya al que está caído. A veces fue un maestro, un mentor, un vecino… alguien que, sin tener nuestro apellido, ocupó ese rol crucial en nuestra formación humana.
En nuestras comunidades hay muchos niños, jóvenes e incluso adultos que han crecido sin esa figura, sin esa guía. Y ahí es donde nuestro rol como rotarios cobra una dimensión aún más poderosa. Cada vez que damos una palabra de aliento, cada vez que enseñamos con el ejemplo, cada vez que estamos presentes en la vida de alguien con autenticidad y constancia, nos convertimos en faros. Y los faros no gritan; simplemente iluminan.
No necesitamos actos grandiosos para transformar una vida. A veces, basta una conversación, una tarde de voluntariado, una carta escrita a mano, un gesto de reconocimiento, una promesa cumplida. Porque en el fondo, ser padre es eso: cuidar, orientar, servir… exactamente lo que hacemos cuando vivimos nuestro ideal rotario.
Hoy quiero invitarles a reflexionar: ¿qué figura paterna fue clave en su vida? ¿Y a quién pueden ustedes acompañar hoy como lo haría un buen padre, con firmeza, ternura y presencia?
Rotary nos llama a servir. Pero en ese llamado también se nos pide ser padres espirituales y emocionales de nuestras comunidades. No para imponer, sino para inspirar. No para dirigir, sino para acompañar.
Que en cada acto de servicio, llevemos con nosotros el amor que un padre da sin medida y sin aplausos. Y que nunca olvidemos que, para muchos, nosotros podemos ser el único abrazo que recibirán ese día.
Feliz Día del Padre
Con gratitud y compromiso,
Antonio Singh
Gobernador 2024-2025
Distrito 4240
Unidos en Servicio, Amistad y Paz
Sunday Letter
The Silent Legacy of a Father
Dear Rotarian friends,
This Sunday, I want to speak from a deep place where service, family, and the soul intersect: the role of fathers—not only in our personal lives but also in the communities where we serve.
Over the years as a Rotarian, I’ve had the opportunity to visit many orphanages. I always leave with a full heart—and a heavy one. I remember one visit in particular: as soon as we stepped into the room, the children rushed toward us, not to ask for candy or gifts, but simply for a hug. They longed to be seen, smiled at, listened to. That day, I deeply understood the absence of a father figure—not just someone who provides, but someone who applauds, who affirms with a glance: “I’m proud of you.”
Many of us are Rotarians because someone set that example for us. In many cases, it was our father who showed us how to serve without expecting anything in return, how to keep our word, how to lift others when they fall. Sometimes it was a teacher, a mentor, a neighbor—someone who, without sharing our last name, played that crucial role in shaping who we are.
In our communities, there are many children, youth, and even adults who have grown up without that presence or guidance. And that’s where our role as Rotarians takes on an even more powerful meaning. Every time we offer a word of encouragement, lead by example, or simply show up in someone’s life with authenticity and consistency, we become beacons. And beacons don’t shout—they simply shine.
We don’t need grand gestures to change lives. Sometimes, a single conversation, an afternoon of volunteering, a handwritten note, a word of recognition, a promise kept is enough. Because in its essence, being a father means to care, to guide, to serve—exactly what we do when we live by our Rotary ideals.
Today, I invite you to reflect: Who was that father figure in your life? And who can you walk beside today as a father would—with strength, tenderness, and presence?
Rotary calls us to serve. But within that call, we are also asked to be spiritual and emotional fathers to our communities—not to impose, but to inspire; not to direct, but to accompany.
May every act of service we offer carry the love of a father—unmeasured, uncelebrated, and unwavering. And may we never forget that, for many, we might be the only hug they receive that day.
Happy Fathers Day
With gratitude and commitment,
Antonio Singh
District Governor 2024–2025
District 4240
United in Service, Friendship, and Peace